domingo, 2 de enero de 2011

INTUICIÓN

A veces llegamos a estar cansados de reflexionar, de estrujar mientes en la vorágine de lo relativo ya que obviamente aquello que no es relativo, absoluto en tal caso, no puede ser ya objeto de reflexión alguna.Hay momentos en que llegamos a nuestro límite en la capacidad de analizar/sintetizar datos en el caos de causas efectos, posibles y probables, simples y compuestos, generales e individuales... y entonces nos damos cuenta que no hemos llegado a ninguna conclusión. Es más no hemos partido del punto de origen. La representación gráfica más adecuada sería un laberinto en el cual estaríamos circundando infinitas veces y nunca encontramos el camino que lleva al centro.No es necesario insistir en este lugar en los límites del pensamiento ordinario (tampoco de menos preciar esta valiosa herramienta de desarrollo)Entonces es cuando se abre un nuevo proceso de pensamiento en el cual trabajamos a sabiendas que nuestra herramienta no cumple los requisitos para alcanzar las más altas cimas de la conciencia, aquellas en las que se supera lo relativo al individuo.
El escribir con un fin determinado provoca inevitablemente una corrupción de la idea generatriz que trata de desarrollarse en el propio escrito. Al tratar de desarrollar una idea, sea la que sea, es necesario tener obligatoriamente o hasta inconscientemente en cuenta para quien o que escribimos y eso mediatiza todo el desarrollo y exposición de la misma. Esto que no deja de ser una obviedad para un escritor no lo es tanto para un lector (por propia experiencia)Quizás algunas obras de grandes autores han logrado estar más allá de toda finalidad al poder alcanzar un grado elevado de pureza y no tener que modificar un ápice el desarrollo inicial de sus ideas.Esto en cuanto al objeto. Pero ¿que pasa si llevamos esta misma reflexión al sujeto creador? Es decir : ¿se podrá realmente desarrollar una idea sin que interfiera el sujeto que rige normalmente en nosotros? En principio la respuesta parecería ser no. Pero si es posible penetrar a través de los resquicios que la mente racional con su pensamiento categórico no puede nunca llegar a sellar. Así como existe en nuestra configuración la posibilidad de la intuición intelectual abandonada en el pensamiento occidental desde la época de la escolástica.La cuestión será entonces como recuperar la más valiosa (o quizás realmente la única) función metafísica que tenemos a nuestro alcance dentro de nosotros. Todas las enseñanzas de la Tradición están relacionadas con la intuición intlectual. El aprendizaje sería desaprender el hábito hiper-racional y volver a descubrir el todo desde una nueva perspectiva. Sería como dejar oír una leve voz que habla desde nuestro interior y que muchas veces no entendemos lo que quiere decir pero podemos estar seguros que el mensaje siempre es trascendente. La lógica negativa nos puede ayudar. Sabemos lo que no es la intuición intelectual, ni lo racional, ni lo sentimental, ni lo instintivo que hay dentro de nosotros pero a veces se puede confundir.Un campo de experimentación interesante es la visión-concentración en Símbolos cuyo efecto primero es despertar las capacidades intuitivas. Lo esencial es escuchar el interior y dejarse guiar por esa voz más poderosa de lo que uno pueda imaginar.