domingo, 17 de junio de 2012

VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

Una vez consumada la muerte iniciática la nueva “vida” aparenta ser la misma pero todo es realmente distinto. Aunque en cada caso particular tendrá una consecuencias determinadas, una característica común será la sensación de comenzar una ascensión con todo el esfuerzo que conlleva pero con la seguridad de ir en una dirección unívoca. Cualquier dimensión de la existencia  parece integrarse en un centro rector como si en el fondo emanaran de él. De aquí proviene la genuina libertad del iniciado ya que todo lo que haga estará integrado en el Opus más allá de cualquier consideración moral o ideológica. Este principio es casi siempre mal interpretado en el mundo moderno confundiendo la causa con el efecto. Es decir que  las condiciones particulares de la existencia  individual se podrán convertir en medios de realización sin importar ningún juicio de valor externo. No quiere decir que se pueda hacer lo que a uno le venga en gana ,incluyendo los actos más inmorales o repulsivos posibles, con la excusa de la libertad iniciática.
Todo ello conlleva en muchos casos la incomprensión de las personas cercanas que no han experimentado la transformación al mismo tiempo que el iniciado aunque siga haciendo lo mismo no puede compartir las motivaciones que le llevaron a integrase en cualquier tipo de agrupación.
La muerte virtual no significa evidentemente una resurrección efectiva, lo que sería en términos alquímicos pasar del nigredo al albedo, sino que es el comienzo de la obra al negro para llevar a cabo la muerte y resurrección efectivas.
Entonces, ¿qué es esta muerte?. Es algo muy difícil de comprender con términos racionales. Lo importante es tener claro que no se trata de un hecho consumado sino de un proceso al modo alquímico. Empieza el juego de los contrarios como secuencias indefinidas del azufre-mercurio que en cada plano particular se convierten en las notas de una melodía que se traducen en movimientos de una danza que  a su vez es una reminiscencia de la eterna danza cósmica, la danza de Shiva. Algo que aparentemente estaba muerto empieza a renacer y algo que aparentemente estaba vivo empieza a perecer. Lo que empieza a perecer, el ego, no quiere morir y sólo le queda el recurso de aferrarse al pasado temporal ya que depende del tiempo como elemento del cual «nace» y al mismo tiempo del cual morirá. Sólo puede subsistir por y en el tiempo. Lo que empieza a nacer, la conciencia, es reminiscencia de un estado anterior, pero no en el sentido temporal o en todo caso en un pasado «mítico» donde no existe el tiempo que es donde no puede «existir». El ego moribundo añora el tiempo pasado donde cree que vivía, es decir, antes de la chispa de conciencia que hace presente un estado «sin ser» no condicionado ni por tiempo ni espacio. El lenguaje y el raciocinio sólo pueden limitar la comprensión de algo que sólo puede ser intuido. Es una melodía ,no un discurso, y nos pide danzar no reflexionar mentalmente. El ego que quiere aferrarse al tiempo sólo vive de pasado y de futuro ya que para él el presente es fugaz. La conciencia sólo quiere un presente eterno en donde no existe ni pasado ni futuro, donde ya no existe el tiempo como tal. Cada vez que se «manifiesta» la conciencia es un relámpago de eternidad en la noche del tiempo y nos permite ver lo ilusorio de la noche, del tiempo. Pero los relámpagos sólo surgen de las tormentas.