domingo, 20 de enero de 2013

La Hermandad


El carácter de las relaciones entre «los nobles viajeros», la Hermandad, como todo lo relativo a la gran obra no sigue ningún esquema social existente ya que está inspirada por algo que no es humano.
Aquel que inicia el camino se irá encontrando con «camaradas»  con distinto nivel de desarrollo con los que conformará una galaxia, un microuniverso con su propio orden incomprensible, aunque sea admirado, por aquellos que no pertenecen a él.
El hombre moderno sufre un estado tal de indigencia espiritual que, salvo excepciones, por sí solo en un aislamiento total difícilmente podrá superar. De hecho en algunas organizaciones iniciáticas está estipulado el número (número en todo caso sagrado) de miembros necesarios para que ciertos ritos sean efectivos así como el límite de los que formarán dicha organización. Es conocida la existencia de organizaciones herméticas europeas con un número limitado de miembros. Es posible que toda organización iniciática tenga un número de miembros aunque no exista ninguna norma que lo marque.
En el misterio de esta «alteridad» iniciática ,el papel de los compañeros de viaje, sólo se puede percibir por la intuición profunda pero aunque no sea percibido no deja de haber un poder efectivo. Sobre todo en los primeros estadios se establece una conexión sutil, el reconocimiento. Cuando alguien con un nivel de evolución superior «cree» en nosotros nos «diviniza», nos hace recordar nuestra parte divina olvidada en la comedia de la existencia. Todo ello en un nivel que aunque participa de lo sentimental esta mucho más allá. En otro orden está el sentido en dirección inversa, la fe que tiene el discípulo en su maestro. Éste no necesita ser reconocido, ya que ello sólo afectaría al ego, pero si necesita en la medida que su evolución sea efectiva verse reflejado en los discípulos. El maestro efectivo no sería tal sin los discípulos.
Los diferentes miembros aportan su parte de un todo ,como piezas de un puzzle, donde no falta ni sobra nada, y la virtud del «otro» se vive como de uno mismo. Si la Obra es realmente operativa siempre aparecerán las personas con las aptitudes complementarias necesarias para llevarla a cabo. Si una presunta organización iniciática se dedica a buscar miembros es señal inequívoca de su falta de operatividad. Muy al contrario su labor primaria será filtrar a aquellos que son atraídos por la luz de la Obra pero que realmente no tienen lugar en ella.