viernes, 25 de marzo de 2011

SENSIBILIDAD METAFÍSICA

Los impulsos del espíritu nos llevan hacia lugares insospechados «ni por los más grandes utopistas». La parte trascendente de nuestro interior carece de la seriedad, de las preocupaciones y de los miedos que pueden dominar al yo profano. Al ser despertada esa dimensión ,unida a la «sensibilidad metafísica», parece burlarse de todo lo que es contingente en nosotros. Y si tenemos en cuenta que todo lo que no es ella misma es pura contingencia podemos esperar lo inesperado. Todos nuestros entramados sociales, culturales, intelectuales e ideológicos pueden derrumbarse ante al más leve despertar de la conciencia iniciática. Su ley es que no hay ninguna ley. La libertad como potencia creadora. Todo determinismo supone una barrera que en una correcta evolución debería ser eliminada lo queramos o no. Ante el más leve resplandor de la verdad absoluta todo lo demás se descubre como relativo. Esto supondrá las secuencias graduales de la muerte iniciática. la desnudez necesaria para el renacimiento.
La extraña «sensibilidad metafísica» es el elemento que ha guiado a los hombres al camino de la transmutación como un sentido a mayores, con sus propios órganos sensores y receptores de una sutilidad incomprensible por nuestra razón.
Entramos a formar parte de un juego del cual no conocemos todas las reglas y las cuales solo pueden ser aprehendidas por nuestra intuición. Cualquier cosa puede dar lugar a pequeñas iluminaciones: una canción o una película que es concebida como degenerada o profana, el texto aparentemente más intrascendente, la imagen más cotidiana... Todo puede ejercer el papel de «upaguru» de la manera más insospechada.
Es importante no tratar de explicarlo racionalmente y menos moralmente. Aquí se trata de aceptar en cierto punto lo inaceptable con todo lo controvertido que pueda llegar a ser esta afirmación (la primera cosa inaceptable será nuestro propio morir-viviendo). Es un juego y es una danza...