sábado, 5 de febrero de 2011

LA SOLEDAD CÓSMICA


Una característica invariable del desarrollo espiritual es la sensación a veces angustiante y otras veces redentora de una soledad frente al universo que alguien ha calificado con gran acierto «soledad cósmica»
Llegados a cierto punto en el camino hacia el absoluto el aspecto fenoménico del mundo, la maya, ya no aporta ningún gozo, bienestar ni sentido de necesidad. Pero sin embargo el ansiado absoluto se vislumbra muy lejano e incapaz todavía de llenar el vacío dejado por lo que hasta ahora llenaba la realidad profana (familia, amigos, diversiones, trabajo, placeres...).
La llamada de lo absoluto se racionaliza intentando imponer un hábito vital que procure mediante una práctica o disciplina abandonar en la medida de lo posible los antiguos hábitos existenciales ,que ya no aportan nada transcendente y sólo pueden convertirse en impedimentos, y dirigir nuestra conciencia hacia el fin ansiado.
Un grado de artificialidad intenta inclinar la balanza de un modo forzoso mediante un esfuerzo de voluntad intentando forzar la «máquina» del despertar interior mediante la siempre peligrosa intervención del omnímodo ego. Se delata entonces la «codicia» espiritual, de conocimientos, el intento de expoliar cualquier tipo de saberes fijados en las tradiciones existentes como si fueran fortalezas que hubiere que asaltar y conquistar de una manera análoga a la piratería.
Casos muy frecuentes son aquellos en los que después de estudiar textos técnicos, teóricos y prácticos de trabajo interior, conocimientos ancestrales en general, nos damos cuenta que no nos han aportado un ápice de lo esperado en un primer momento. Y es entonces cuando podemos profundizar en nuestra soledad, nuestra forzosa independencia y autonomía. Todo lo externo a nosotros sólo tiente valor en la medida que activa lo ya conocido en nuestro interior o sea en nuestras propias reminiscencias.